Comenzamos
la temporada de senderismo del Club32 con una ruta corta, de esas que sirven
para abrir boca y relajar la mente tras la vuelta al cole, que tan estresante
resulta en ocasiones.
Elegimos
para ello el bonito pueblo de Aín. Esta
pequeña villa, de origen andalusí, se encuentra a 490 metros de altitud y en
ese paraje de Sierra de Espadán, al que tanto cariño le tenemos.
Allí
nos dirigimos en busca de su Castillo de origen árabe, de tipo montano y planta irregular.
Estamos preparados para conquistarlo.
Comenzamos
a caminar desde un pequeño aparcamiento, que se encuentra en la entrada del
pueblo, junto a la carretera. Callejeamos por entre casas de un blanco
inmaculado y pronto salimos de la población camino a nuestro destino. Como
siempre que una de nuestras rutas incluye un castillo, la imaginación de los más
pequeños comienza a trabajar imaginando batallas, asedios y toda clase de
fechorías que pudieron acontecer en tiempos pasados.
La
ruta lineal transcurre con mucha calma, exceptuando la caída de una de nuestras
compañeras (por fortuna quedó en un susto), lo que nos recuerda lo importante
que resulta tener un seguro para poder salir a la montaña con tranquilidad. Por
ello todos los socios del Club32 estamos cubiertos por uno.
Llegamos
al castillo y nos disponemos a almorzar entre sus ruinas. Nos llama la atención
tanto la torre del homenaje, circular y con saeteras, como otra torre de planta
cuadrada y separada del resto de la fortaleza y cuya función era la de ofrecer
una mejor vigilancia.
Tras
un frugal almuerzo volvemos al pueblo. Como todavía es pronto decidimos
deambular por sus calles para descubrir rincones.
Los niños disfrutan especialmente
con los lavaderos. Y es que donde haya agua hay un niño dispuesto a mojarse.
Bajamos
hasta la Fuente de San Ambrosio, en
cuyo paraje vamos a disfrutar de una agradable comida y posterior sobremesa. Este
lugar, enclavado junto al barranco de la Caridad, nos recuerda de nuevo el
origen árabe de Aín (que en lengua árabe significa fuente o manantial) puesto
que es la Fuente de la Caridad la que nutre al barranco del mismo nombre.
Seis
kilómetros de ruta, apta para todos los públicos, y que puede servir para
iniciar a los más pequeños de la casa.
Autor: S. Lleó