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Arquitectura en piedra seca en Vilafranca del Cid

Villafranca del Cid es una población del interior de la provincia de Castellón que tenemos un poco olvidada, quizás porque queda lejos de los grandes núcleos urbanos o quizás por sus bajas temperaturas. La realidad es que desgraciadamente no está debidamente valorada.

Nosotros fuimos a conocer su arquitectura en piedra seca. Así que contactamos con la Oficina de Turismo donde Guillem, el Técnico de Turismo, muy amablemente nos atendió y nos guió en la visita del Ayuntamiento, el Museo de Piedra Seca y la Iglesia.

El Ayuntamiento nos descubrió, además de distintas exposiciones temporales,  un retablo de Valentí Montoliu procedente del Santuario de la Virgen del Llosar de mitad del siglo XV, del que Guillem nos hizo una amena explicación incluso para los niños que no pudieron dejar de prestar atención.

En la plazoleta de la antigua Lonja Guillem hizo pensar a los niños de qué manera las piedras nos hablaban.




Y en la antigua Escuela de Niñas, la primera planta de la Lonja, visitamos uno de nuestros objetivos que era el Museo de Piedra Seca. Una sala menuda pero más que suficiente para darnos a conocer la importancia de la piedra en la manera de vivir de Villafranca del Cid en los siglos pasados. La utilizaban para el abancalamiento de las pendientes de las montañas y poder cultivarlas, para el vallado de los espacios de resguardo del ganado y de los rebaños de ovejas, para la construcción de casetas de resguardo de los pastores, para marcar las distintas veredas de paso del ganado y rebaños, etc.




El concepto piedra en seco significa que la unión de las piedras se realiza por su propia trabazón sin necesidad de material de agarre, por lo que resulta particularmente curioso la manera que tenían de construir los tejados de las casetas de los pastores.

Las explicaciones de Guillem fueron muy concretas y llegamos a entender la importancia de esta arquitectura en una población donde el viento del norte hace que las temperaturas bajen terriblemente.




Por último visitamos la Iglesia Parroquial de Santa Magdalena, donde destacan en la Capilla de la Comunión el Sagrario y el retablo gótico dedicado a San Miguel, y que Guillem nos contó que guarda pasadizos secretos donde se escondían los paisanos durante época de guerra, y que se pueden visitar. Por lo que hemos de volver en próxima ocasión.




La visita dura una hora aproximadamente, y no es necesario reservar previamente pero se ha de estar unos 5 minutos antes de la hora prevista. El precio es 2€ por adulto y 1,5€ por niño.

Para completar el conocimiento sobre la arquitectura en seco aprovechamos que ese mismo día el Albergue de La Parreta organizaba una visita teatralizada de la piedra en seco , y fuimos allí a conocer las instalaciones, comer y disfrutar de dicha visita.

Al ser Pascua, la visita tuvo un número de asistentes más elevado de lo habitual, unos 80, lo cual no impidió que todo saliera perfecto.




Esta visita se caracteriza porque a los minutos de empezar la ruta se incorpora un personaje, un pastor, que junto con Sergi, el gerente del Albergue, nos van explicando el modo de vida de los lugareños en el pasado y el paisaje transformado que vemos.




Este personaje hace las delicias de los niños porque atrae su atención y lo escuchan, y cuando el rebaño, nuestro grupo en este caso, no atiende, nos llama y arrea como si fuéramos ovejas y verdaderamente es efectivo porque rápidamente atendemos.

Con esta ruta podemos ver y tocar en primera persona la arquitectura de piedra en seco, los bancales, los vallados, las casetas de los pastores, y comprobar la dureza de los trabajos para su construcción. Porque la piedra se extraía picando. Y antiguamente eran todos trabajos manuales, que se hacían en muchas ocasiones sólo a cambio de un plato de comida ese día.







La construcción conllevaba mucho tiempo y el ingenio de los constructores era muy importante para poder manejar esas piedras de gran tamaño y peso, sobre todo en la ejecución de las casetas.

El recorrido, de unas dos horas, discurrió por un bonito entorno, que hizo que se nos quedara corto, pero ya oscurecía y refrescaba. Así que para recomponernos Sergi ofreció un chocolate caliente a los asistentes.


Nos ha gustado tanto la experiencia vivida, que ya estamos pensando en volver este otoño y conocer mejor esta población y su entorno natural.



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