Castillo y trincheras de Villamalur


Una guerra es una enfermedad y nosotros no queremos infectarnos, así que, dejando de lado las connotaciones bélicas que tienen los lugares que vamos a visitar hoy, nos equipamos con nuestras mochilas y nos disponemos a disfrutar al máximo del paisaje fascinante que el lienzo de la Sierra de Espadán nos ha preparado. Porque la Sierra de Espadán es una inmensa pintura cambiante, que se plasma en nuestras retinas con la fuerza de un torrente en su curso alto.

El recorrido comienza en la Plaza Concejo de la pequeña pero encantadora población de Villamalur. Este será el punto inicial y final de la ruta, al tratarse de una circular de poco más de 10 kilómetros. Pese a la distancia recorrida nos encontramos ante una caminata  muy dulce y agradecida, todo y que transitamos por la Sierra de Espadán, que tan acostumbrados nos tiene a sus fuertes y constantes desniveles.


     

El primer tramo transcurre por un camino hormigonado que pronto se transforma en pista. Todavía no hemos andado 700 metros cuando encontramos el desvío que nos va a dirigir al primer destino de la jornada, el Castillo de Villamalur. Una vez arriba nos disponemos a almorzar y a intentar buscar un caché que se encuentra escondido en alguna parte del mismo. Usando el GPS que el Club 32 adquirió para facilitarnos la orientación y la organización de nuevas rutas, logramos encontrar el lugar en el que se supone que está escondido, pero al parecer no estuvimos buscando en el emplazamiento exacto. Más tarde, consultando la página web de Geocaching descubrimos que estuvimos justo encima del hueco en el que se encontraba oculto. Los niños y niñas se llevaron una pequeña decepción al no lograr localizar nada, pero aun así pasamos un rato agradable buscando el “tesoro oculto”. En la próxima ocasión seguro que tendremos más suerte.




Tras el frugal almuerzo desandamos el sendero de subida al castillo hasta la pista. Todavía nos quedan unos nueve kilómetros hasta el área recreativa en la que tenemos previsto comer y no podemos demorarnos.

Continuamos por el denominado “camino de la buitrera” y a los cuatro kilómetros, aproximadamente, del inicio de nuestra ruta, encontramos otro desvío. Este nos va a llevar a lo alto de El Cabezo y a las trincheras que lo alto de este monte esconden a la  mirada de caminantes apresurados. De nuevo ascendemos en ligera pendiente, por la senda por la que volveremos. Nuestros pasos nos van a conducir a las Trincheras de el Cabezo. Al final de la senda nos recibe la imponente imagen de uno de los múltiples puestos de tirador que nos vamos a encontrar en ellas.

  


Esta línea de trincheras son sólo parte de la “línea XYZ” (también llamada Matallana), tiene una extensión de unos 150 km de longitud y serpentea a lo largo de Sierra Espadán, dominándose desde ella la totalidad de caminos, pistas y sendas que la recorren. Se construyó para evitar el avance del Ejército Nacional hacia Valencia y una de las preguntas que nos hacemos todos, mientras caminamos por ellas, es: ¿cuántas personas habrían trabajado en ellas para construirlas y cuánto tiempo tardaron en hacerlas?

Ya en casa, y puesto que en el Club 32 Actividades con niños somos muy curiosos, y nos gusta saberlo todo, buscamos la respuesta a estas preguntas y no tardamos mucho en encontrarlas:




En el mes de abril de 1938 se trazó y construyó la línea XYZ, una gran obra de ingeniería militar, era un frente de unos 150 kilómetros de longitud y capaz de resistir bombas de 500 kilos, en la que lucharon unos 220.000 hombres del ejercito republicano y unos 260.00 del bando nacional.
Se levantó en unos 15 a 20 días a lo sumo, hablamos de 14.000 hombres que con picos, martillos y dinamita abrieron surcos en la roca caliza, al tiempo que eran atacados por las tropas nacionales. En la provincia de Castellón fueron movilizados para este fin todos los varones de 18 a 45 años que no estaban en filas.
(Fuente: http://mayores.uji.es/blogs/antrop/ )






Las  vistas desde las trincheras invitan a la contemplación del paisaje, y eso hacemos hasta que recordamos que todavía nos quedan unos cuantos kilómetros hasta que paremos para comer. Salimos de ellas, recuperamos las mochilas, puesto que las habíamos dejado en la entrada para evitar posibles daños si se enganchasen contra las piedras (no hay argamasa que las una) y de nuevo volvemos sobre nuestros pasos para retomar la senda que nos va a llevar hasta las Trincheras del Jupillo, en las que ya no nos entretenemos explorándolas. Subiremos el Cerro Malo y posteriormente el Alto del Quinquillero, en el que tomaremos el GR36. Pronto vamos a encontrar la carretera de Matet a Villamalur. Seguimos por ella, extremando las precauciones pese a que no tiene mucho tráfico rodado, hasta que nos topamos con una pista en el margen izquierdo por la que saldremos. Nuestros estómagos nos están empezando a recordar que la hora de comer se aproxima cuando, apenas andados cuatrocientos metros, nos encontramos con una familia que, junto al refugio de Villamalur situado junto a la rambla del mismo nombre, están deleitando sus paladares con un estupendo yantar que nos abre todavía más el apetito. Viramos a la derecha por la rambla, la cual vamos a seguir hasta el área recreativa en la que comeremos. Las comidas con el Club 32 siempre son amenas. Se comparten experiencias, chistes y agradables conversaciones.

Tras la comida queda otro de esos momentos ya típicos en nuestras salidas. Vamos  a la búsqueda de un bar en el que poder tomar un buen café los mayores y el merecido helado de los pequeños.




Si quieres puedes descargarte el TRACK.

Autor S. Lleó








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