La amenaza de tormenta no evitó que nos
aventurásemos a realizar una de esas rutas, a las que le teníamos ganas desde
ya hacía algún tiempo. Puesto que la Ruta de los molinos de agua de Lucena del Cid es un poco larga,
para que la hagan entera nuestros hijos, nos decantamos por una opción un poco
más reducida, pero no por ello menos interesante e intensa.
Decidimos que la mejor opción es estacionar
nuestros vehículos en el aparcamiento situado justo junto a la bajada, que nos
llevará al cauce del río Lucena y al inicio de esta bonita ruta. La larga
pendiente nos recuerda que, en este caso, todo lo que baja ha de subir después.
En este caso hemos de ser nosotros los que tengamos que volver al punto de
inicio, al tratarse de una ruta circular pero con los dos últimos kilómetros
comunes en el inicio y fin de la etapa.
Pronto llegamos a un puente de nueva
construcción que llama la atención, de mayores y pequeños, tanto por su
ubicación como por su arquitectura. A la izquierda de la pasarela podemos ver
el llamado Toll de les Xiques, a la derecha La Badina.
Ambas son zonas de baño sobradamente
conocidas tanto por lugareños como por forasteros, debido a su fácil acceso e
idílico entorno. A lo largo de todo el recorrido vamos a encontrarnos con
diferentes zonas que, en época estival, nos van a invitar a refrescarnos en sus
aguas. Tras las fotos de rigor en el puente, tomamos un tentempié rápido y
continuamos a mano izquierda, ascendiendo ligeramente por la pista que nos
llevará hasta los primeros molinos de la ruta. Los visitamos rápidamente,
puesto tanto el Molí del Pont como el Molí del Tonero nos los vamos a encontrar
de nuevo a la durante el camino de vuelta.
El camino se hace muy agradable por la
cantidad de moreras que nos encontramos, las cuadras de caballos y la belleza
del paisaje. El pueblo de Lucena, con la majestuosidad de su enclave, nos
acompaña durante casi todo el trayecto.
Tras unos pocos kilómetros abandonamos la
cómoda pista para afrontar una subida que rompe la levedad del camino,
ascendiendo bruscamente entre una reconfortante sombra.
Enganchamos de nuevo una amplia pista, que
nos va a encaminar en cómodo descenso hasta una vaguada que cruza el rio hasta
la otra ribera. Todavía no sabemos qué astros conjugaron sus órbitas ese día
para que un hidalgo caballero, a lomos de imponente rocín, se cruzase en
nuestro errante camino y nos permitiese la entrada en su propiedad. Así ocurrió
y el actual propietario del Molí del Assut
nos abrió las puertas de su casa, para sorpresa de todos y nos mostró con
humildad la balsa que alimentaba el molino, los pavos, patos y demás animales
que habitan con ellos e incluso el interior de la maquinaria del molino.
Tras una breve e interesante charla, con la
mujer de la casa, retomamos nuestro camino dirección al Toll de Carlo y al Màs que le da nombre. Toll que queda apuntado en
nuestra memoria para cuando llegue el buen tiempo, puesto que es un lugar muy
apropiado para refrescarse en un día cálido de verano.
Continuamos por la senda, perfectamente
acondicionada, hasta nuestro punto de inicio en La Badina, en cuya área
recreativa nos disponemos a comer.
Resumiendo; una ruta muy recomendable para
familias con hijos que no estén muy acostumbrados a la montaña, con un
recorrido sencillo y perfectamente señalizado.
Os dejamos aquí nuestro TRACK.
S. LLeó