Este año
hemos empezado la temporada con la Asamblea
de socios anual, como todavía hacía calor organizamos un fin de semana en
plan relajado, pero eso sí lleno de actividades.
La Asamblea
de socios se celebró en el Casal
d´Esplai del Saler, que ya conocíamos, y que nos ofrecía unas
instalaciones y un entorno perfectos para todo lo que estaba planeado. Nuestra
amiga Isabel se encargó de todo y nos preparó un fin de semana inolvidable.
El sábado
por la mañana, tras acomodarnos, lo primero que hicimos fue ir a la playa para
refrescarnos. La playa es idílica, kilómetros de longitud de arena limpia
envueltos de un entorno natural poco accesible que la convierte casi en una
playa privada. Quien quiere acceder a ella ha de ser caminando o en bici, ya
que el acceso a vehículos está
restringido, así que la afluencia de gente es mínima por lo que es un
buen emplazamiento para disfrutar del nudismo de manera cómoda.
Luego
comimos en el Casal.
Tras la
comida celebramos la Asamblea de socios anual, donde dimos cuenta de las
actividades realizadas el año anterior, de nuestra situación económica y de lo
que nos gustaría hacer el año próximo. Surgieron muchas ideas, y poco a poco
las iremos materializando.
Después
tuvimos un asombroso espectáculo de magia con el mago Coque que nos deleitó con distintos juegos de cartas. Todavía
hoy estoy alucinada de los trucos de magia vividos en primera persona, a un
metro del mago y sin descubrir cómo los hacía.
Seguidamente
hubo un tiempo libre para que la gente paseara, charlara, se relajara…
Y tras la
cena hicimos un concurso de disfraces con temática “los romanos”, con desfile y
entrega de premios incluido.
El domingo
por la mañana, unos cuantos nos levantamos temprano para hacer un paseíto con
el frescor y la tranquilidad matutina que nos dejaron estampas como éstas.
Y la
fortuna de ver sobre la arena huellas de los distintos animalillos que habitan
este entorno: ratones, conejos, culebras, etc.
Más tarde,
tras desayunar con tranquilidad, el grupo realizó otro paseo por la Ruta
Botánica de la Devesa hasta llegar al embarcadero de El Saler, donde nos
esperaba una barca para hacer el típico e imprescindible paseo en barca por la Albufera.
Regresamos
de nuevo por la Ruta Botánica, en
lugar de por la pista, buscando sombra para paliar el tremendo calor que seguía
haciendo en esas fechas.
No tuvimos
más remedio que volver a refrescarnos en la playa.
Por último
comimos e hicimos las maletas para volver a casa.
Un fin de
semana intenso, en un entorno paradisiaco, con buena gente, no se puede pedir
más.
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