No cabe duda que se han de mantener las tradiciones, y que
el día de todos los santos ha de servir para exteriorizar la añoranza que
sentimos todos los días por las personas queridas que ya no están con nosotros.
Pero con los niños hay que frivolizar un poco e intentar
hacerles pasar amenos los pocos ratos que pasan con nosotros. Así que por qué
no aprovechar una fiesta ya establecida con toda su comercialización como
Halloween.
Y eso hemos hecho, montar una Fiesta de Halloween.
Lo primero ha sido preparar las calabazas –no las de toda la
vida, sino unas que venden a propósito- , vaciándolas y haciéndoles la cara,
por supuesto, con ayuda de los papis.
Lo segundo, preparar los disfraces. A los niños les encanta
disfrazarse, así que siempre hay que tener unos cuantos en el armario.
Lo tercero, decorar el lugar de la celebración con los
adornos correspondientes.
Y por último, quedar con un grupo de amiguitos para celebrar
la fiesta. Con una salida por el vecindario incluida para lo del truco-trato,
que como no se conoce demasiado, ha acabado en una lluvia de caramelos con los
que rellenar las calabazas.
¡Diversión asegurada!
¡Diversión asegurada!
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