Si se visita el Valle
de Aran, al estar tan cerca, resulta inevitable pasar la
frontera para ver que hay más allá de los Pirineos.
Y como era de esperar pues nos encontramos pueblos con
encanto en los que hay que parar el coche para conocerlos mejor.
Saint
Béat
es un pueblecito tranquilo, atravesado por el Río Garona, ideal para callejear,
y disfrutar del paseo.
Por supuesto, también sirve como base para los amantes de la montaña, el senderismo y
los deportes de aventura.
Pero un paseo por las callejuelas y el casco histórico
con su exposición de esculturas contemporáneas en mármol blanco es ya
suficientemente relajante. Y es que St Béat tiene una cantera de un mármol blanco muy famoso, ya
empleado en la época romana.
Recomendamos también visitar su fortaleza situada en lo alto de la
montaña, junto a la Iglesia de Saint Béat y Saint Privet, de estilo románica,
construida en la primera mitad del siglo XII. Desde este punto se obtienen unas
vistas impresionantes del pueblo.
Seguro que os gusta.
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